Saludos mis
estimados lectores. Hace un par de días recibí un correo electrónico de un
estimado lector, el cual, por su contenido, por la tradicional sorna española y
porque no decirlo, por su similitud con nuestra clase política, me tome la
libertad el día de hoy de transcribírselos, aclarando de que todo parecido con
la realidad es simplemente motivo de la coincidencia. Pues bien, el documento
publicado por el periodista Arturo Pérez Reverde, causo cierto revuelo en
España, donde incluso doña Teresa Cunilleras, vicepresidenta del congreso
español, protesto airadamente por dichas reflexiones, pidiéndole al escribano que
fuera mas reflexivo y que utilizara menos exabruptos. En fin, usted juzgue el escrito:
Paso a menudo por la
carrera de san Jerónimo, caminando por la acera opuesta a las cortes y a veces
coincido con la salida de los diputados del congreso. Hay coches oficiales con
sus conductores y escoltas, periodistas dando los últimos canutazos junto a la
verja y un tropel de individuos de ambos sexos, encorbatados ellos y
peripuestas ellas, saliendo del recinto con los aires que ustedes pueden
imaginar. No identifico a casi ninguno y apenas veo los telediarios; pero al pájaro
se le conoce por la cagada. Van pavoneándose graves, importantes, seguros de su
papel en los destinos de España, camino del coche o restaurante, donde seguirán
trazando líneas maestras de la política nacional y periférica. No pocos salen
arrogantes y sobrados como estrellas de la tele, con trajes a la medida,
zapatos caros y maneras afectadas de nuevos ricos. Oportunistas advenedizos que
cada mañana se miran al espejo para comprobar que están despiertos y celebrar
su buena suerte.
Diputados, nada
menos, sin tener algunos, el bachillerato, no haber trabado en su vida, desconociendo
lo que es madrugar para fichar a la 9 de la mañana, o buscar curro fuera de la protección
del partido político al que se afiliaron sabiamente desde jovencitos. Sin miedo
a la cola del paro. Sin escrúpulos y sin vergüenza. Y en cada ocasión cuando me
cruzo con ese desfile insultante, con ese espectáculo de prepotencia absurda,
experimento un intenso desagrado, un malestar íntimo, hecho de indignación y
desprecio. No es un acto reflexivo, como digo, solo visceral. Desprovisto de razón.
Un estallido de cólera intensiva. Las ganas de acercármeles a cualquiera de
ellos y ciscarme en su P…. Madre.
Se que es excesivo.
Que siempre hay justos en Sodoma. Gente honrada, positiva, políticos decentes,
cuya existencia es necesaria. No digo que no. Pero hablo hoy de sentimientos,
no de razones, e impulsos. Yo no elijo como me siento. Como me salta el automático.
Algo debe de ocurrir, sin embargo, cuando a un ciudadano de 57 años y en uso correcto
de sus facultades mentales, con la vida resuelta, cultura adecuada,
inteligencia media y conocimiento amplio y razonable del mundo, se le sube la pólvora
al campanario mientras asiste al desfile de los diputados españoles saliendo de
las cortes. Cuando la nausea y la cólera son tan intensas, eso me preocupa, por
supuesto.
Sigo caminando
carrera de San Jerónimo abajo, y me pregunto, que esta pasando, hasta que punto
los años, la vida que lleve en otro tiempo, los libros que he leído, el
panorama actual, me hacen ver las cosas de modo tan siniestro, tan agresivo y
pesimista. Porque creo ver solo gentuza cuando los miro. Pese a saber que entre
ellos hay gente perfectamente honorable.
Por qué de admirar
y respetar a quienes ocuparon esos mismos escaños hace 20 o 30 años, he pasado
a despreciar de este modo a sus mediocres reyezuelos sucesores. Por qué unas
cuantas docenas de analfabetos irresponsables y pagados de si mismos, sin
distinción de partidos ni ideología, pueden amargarme en un instante, de este
modo, la tarde, el día, el país y la vida.
Quizás porque los
conozco, concluyo. No por uno, claro, sino la tropa. La casta general. Los he
visto durante años, aquí y afuera, estuve en lo bosques de cruces de madera, en
los callejones sin salida a donde me llevan sus irresponsabilidades, sus
corruptelas, sus ambiciones, su incultura atroz y falta de escrúpulos. Conozco
las consecuencias, y se como hacer ahora, adaptándome a su tiempo y su momento.
Lo sabe cualquiera que se fije. Que lea y mire.
Algún día, si tengo
la cabeza lo bastante fría, les detallare a ustedes como se lo montan. Como y
donde comen y a costa de quienes. Como se reparten las dietas, los privilegios
y los coches oficiales. Como organizan entre ellos, en comisiones y visitas
institucionales que a nadie importan una mierda, descarados e inútiles viajes turísticos
que pagan los contribuyentes. Como se han trajinado –ahí no hay discrepancias ideológicas-.
El privilegio de cobrar la máxima pensión publica de jubilación tras solo 7
años de escaño, frente a los 35 años de trabajo honrado que necesita un
ciudadano común. Quienes llegan a ministros tendrán al jubilarse sólidas
pensiones compatibles con cualquier trabajo público o privado, pensiones
vitalicias cuando lleguen a la edad de jubilación forzosa, e indemnizaciones
mensuales del 100% de su salario al cesar del cargo, cobradas completas y sin
hacer cola en ventanillas, desde el primer día.
De cualquier modo,
por hoy es suficiente. Y se acaba la página. Tenía ganas de echar la pota, eso
es todo, de deshogarme dándole a la tecla, y es lo que he hecho. Otro día seré más
coherente, más razonable y objetivo. Quizás, ahora, por lo menos, mientras
camino por la carrera de san Jerónimo, algunos sabrán lo que tengo en la cabeza
cuando me cruzo con ellos. En Chequia y México es igual que en España. Lo digo,
porque sé de qué estoy hablando.
Jajaja, don Arturo Pérez
no se anduvo por las ramas, pues ventaneo de lo lindo a los diputados
españoles, lo cuales, por cierto, tienen mucha similitud con nuestros diputados
federales, pues como bien dijera el extinto Edgar “el pipiripau” Arrellano
Ontiveros, en cuanto llegan al poder “hasta el modito de caminar cambian”, es
mas, para no irnos tan lejos, también guardan parecido con nuestros diputados “NINIS”
locales, por eso de que ni legislan ni trabajan. Hasta la próxima mis amigos,
nos seguiremos viendo.
0 comments:
Publicar un comentario